Cocinar sano para un cuerpo sano
Es difícil no saborearnos mientras vemos las provocativas imágenes de un libro de recetas, al ver un comercial de comida o actualmente al ver las redes sociales llenas de preparaciones de restaurantes y de blogueros amantes de la cocina; incluso en ocasiones evocamos recuerdos, algunos cercanos y otros que pasaron hace tanto, que no recordamos, sino hasta el momento de tener un detonante, una imagen o algún aroma.
Esos recuerdos que incluso nos pueden transportar a la niñez, a esos días que disfrutábamos de las fragancias que salían de las preparaciones de mamá, de la abuela o el abuelo mientras jugábamos. ¿Cómo no recordar?, las tortas caseras, las galletas, incluso los desayunos recargados con todo tipo de sabores; todo esto provoca un profundo anhelo en la mayoría de nosotros. Y como por obvias razones comer tiene un lugar garantizado en el diario vivir de todos nosotros, también todos aquellos que preparan estas delicias lo tienen. Son dioses sin trono en nuestras vidas.
Cocinar de verdad consiste en algo más allá que abrir una lata con una imagen de verduras supuestamente frescas pegada en el frente, o hacer como por arte de magia una cena de revista desde un recipiente apto para preparar en horno microondas. El verdadero objetivo de la cocina, es alimentar el templo en el que vivimos y llamamos cuerpo, permitir que crezca saludable y que exprese vitalidad y fortaleza. ¡Resumido en una sola palabra, SALUD¡
Por todo lo anterior es importante preguntarnos, ¿Cuándo una fruta o un vegetal (o cualquier alimento horneado) nos proporciona una mayor nutrición? La verdad es que muchos expertos consideran que los alimentos cultivados en su propio entorno natural, generalmente contienen una mayor cantidad de nutrientes. La comida recién cosechada proporciona el máximo valor nutricional. Por tanto es evidente que una fruta o una verdura que ha estado almacenada y transportada durante días por todo el mundo pierden sus valores en las vitaminas y minerales.
Los alimentos genéticamente modificados se han infiltrado casi que en todos los cultivos del mundo. Un procedimiento que no existía hasta hace unos años, y sigue siendo un tema de opiniones encontradas ya que el efecto a largo plazo en los seres humanos nunca se ha probado.
Básicamente, este procedimiento consiste en intervenir una semilla o grano saludable con varias bacterias o insectos para alargar su vida, para que se vea “estéticamente bien” para el consumidor mucho después de que se haya perdido los valores nutricionales. Esto no solo tiene un efecto negativo en la salud, sino que también deja al cocinero con un producto menos sabroso para preparar.
Cocinar con alimentos naturales que se cultivan orgánicamente (es decir, sin pesticidas nocivos o fertilizantes químicos) brinda a los cocineros conscientes de la salud la mejor oportunidad de deleitarse con el tiempo que dedican en las compras de sus alimentos y en la cocina. Batir un pastel de zanahoria que encantará tanto a la familia como a los amigos, o preparar un desayuno rápido pero nutritivo para que el cuerpo alegremente se encargue de los desafíos del día sin necesidad de recurrir a cafeína, ¡haz cocinar sea la parte favorita del día! ¡Verdaderamente el cocinero es el dios de la casa!